Que extraño... leía esta nota de mi amigo Nicolás Visnevetsky y me dí cuenta que últimamente subí muchos Merlot al blog, eso además de la sección MERLOTEANDO. Pienso que estoy cansando con el Merlot, con mi cepa favorita; y es que decidí, hace mucho tiempo, defenderla.
Ahora recuerdo, por enésima vez, lo que representa el Merlot para mi provincia adoptiva de Río Negro y pongo a continuación las sabias palabras de Nico:
" ... Decidí
comenzar con los Merlot. Recorrí cada una de las bodegas pidiendo
Merlot. Certifiqué una vez más que Río Negro es la tierra del Merlot y
el Merlot es un varietal que está del lado de la luz. No es una cuestión
de mística pero es una de las reinas tapadas por el boom del Pinot, esa
otra cepa que a veces peca de vedette para quien suscribe y a la que
inflan como el emblema de la Patagonia.
El Pinot es un
soldado de la oscuridad y aquí me puedo ganar el odio de much@s. Tiene
un ciclo de maduración caprichoso e intenso y no en todas las regiones
se la banca (en la nuestra es cierto que se da muy bien), tal vez
también por eso tiene una atracción increíble, como si uno lograra
ubicarse a través del olfato y el gusto en varios lugares del terreno y
de la flora.
El Merlot no tiene una carga tánica tan
elevada. Es generosa y placentera, es el alma de la fruta. Está en la
línea de la luz, en ese territorio claro donde los vinos hackean el
sistema gustativo y la máquina de rotar monotonías vitícolas en botellas
de vino se detiene por un rato… y ojalá que para siempre.
La
historia es sencilla. En menos de 60 años Río Negro perdió mas de 150
mil hectáreas -quedan ahora aproximadamente cerca de 20 mil-. En el
medio los gobiernos, las crisis, los ajustes y una mixtura de la
posguerra europea que trajo otra idea de vino, u otra necesidad. La
gente escapando de la muerte y el hambre, y a su vez tratando de
construir una cotidianeidad lo más parecido a todo lo aprendido en la
vida hasta ese momento. Producción a granel, cepas criollas, cantidad,
poca calidad. Había que emborrachar ese presente también. El exilio es
uno de los tajos más profundos en la vida de los humanos.
Río Negro desde sus 20 mil hectáreas aún mantiene con diferentes ejemplos un correlato en la identidad de sus vinos.
Mientras
el boom de los migrantes europeos llenaban las cubas y barricas hasta
el tope y los terruños estallaban de uvas criollas, algunas de corte más
fino se mantuvieron vivas, reproduciéndose, abandonadas, frente a
décadas de sol y luna. Como una especie de cautiverio. Los hombres que
las cuidaron, las cosecharon y vinificaron son los soldados del vino.
Sin embargo Neuquén consolidado como un polo colosal del vino aún sigue buscando su identidad. Montadas
varias de sus bodegas con dineros de las arcas públicas en lungos
créditos amistosos y facilitados en la concreción de la loca idea
empresarial de montar bodegas en el desierto, Neuquén aún sigue buscando
su vino. En esa búsqueda hay que destacar que existe una evolución
constante donde se pueden encontrar varios exponentes de diversos
varietales con un toque enológico increíble. Esos enólogos también son
los soldados del vino, aunque la búsqueda dure mil años, ellos no se
detienen, el vino no se detiene.
Rio Negro tiene un siglo
de Merlot, Neuquén una década de Pinot. En el medio las crisis y las
levantadas, los encuentros y las despedidas, las noches y los días. La
vida.
Esto nada tiene que ver con Sideways y mucho tiene
que ver con el rumbo que los índices del mercado exterior nos revolean
por la cabeza queriéndonos tapizar el paladar y decidiendo ellos que
vino es mejor que otro.
En mi recorrida Merlot estos son los que me parecieron interesantes:
Mar
de Bodega Océano. Esta bodega tiene un toque distinto en el vino que
hacen, tal vez su cercanía al mar, tal vez su audacia. Un Merlot
tranquilo, para una bodega intensa.
Enclave Sur, un
proyecto de un puñado de productores de la zona de Choele y Beltrán que
de manera muy manual y lejos de las enormes maquinarias buscan un vino
que represente el deseo de cada uno de ellos, pero que a su vez plasme
el terruño y el sueño de esa tierra hermosa. Vale destacar su Merlot
2010, con un mar de pasas en la boca.
Km 1120, esta bodega de Regina que ha logrado un vino espeso, redondo y sencillo tiene un Merlot interesante.
Bodegas
del desierto, desde La Pampa en su cosecha 2009, Patagonia Valley,
desde Darwin y una opción 2008 diferente, cargada de madera, más
boutique.
Luego están algunos de los imprescindibles como el Merlot de Patritti y el Estate de Humberto Canale.
Faltaron
algunas bodegas que siguen sin estar desde la génesis de esta feria y
algunas otras que han dejado de participar. Como Agrestis de Gral. Roca,
dueña de un espumante inolvidable.
En futuras columnas
trataré de hablar de otros varietales de esta feria. Me parecía sensato
en honor al Merlot del sur, poder dedicarle algunos renglones"
La nota completa de Nicolás para el diario Río Negro: acá
Nico, gracias por sumar !!!